
Aprovechando que el Pisuerga pasa… por el Museo de la Ciencia
“Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid”, lo curioso del dicho que hace famoso el nombre de nuestro río es que no es del todo cierto, al menos hasta hace relativamente poco tiempo. Como puede observarse en los planos antiguos de la ciudad, el Pisuerga a su paso por Valladolid ha sido considerado históricamente como una frontera (más psicológica que real), de ahí que en los últimos tiempos se le haya ido buscando su sitio en la geografía urbana a la que pertenece, y así aportarle toda la riqueza y esplendor que le faltó en otras épocas.
Lo que sí que es cierto es que las instalaciones del Museo de la Ciencia de Valladolid se levantan sobre los terrenos del antiguo Pago de Vistaverde de extramuros (palabra que hacía referencia al distanciamiento del centro de la ciudad por tener que cruzar el río), situado al sureste de la ciudad, entre la Avenida de Salamanca y la margen derecha del río Pisuerga y construido sobre las ruinas de la antigua fábrica de harinas “El Palero”, (cuyo nombre proviene del apellido que tenía el trabajador que vivía en 1715 en las aceñas que la rodean) y que ha sido testigo de la intensa actividad fabril desarrollada en las inmediaciones de las riberas a principios de siglo.
La mención más antigua de las aceñas o molinos harineros y batanes de paños de este tramo de la ribera datan de 1433, estando registrada la transición de la propiedad de estos terrenos en 1455 al Monasterio de Nuestra Señora de Prado. En 1864 aparece la primera mención de “El Palero” como fábrica de harinas tras haber seguido una evolución semejante a la de otras instalaciones que tradicionalmente aprovecharon la energía generada por este curso de agua para convertirse, ya en el siglo XIX, en fábricas.
Con todos estos antecedentes, lo primero que llama la atención al llegar al Museo, aparte de la magnitud y modernidad del edificio, es su estratégica situación y el bello paisaje al que se asoma. ¿Cómo no “aprovechar” este contexto de enorme riqueza medioambiental?

Teniendo en cuenta la gran influencia que han ejercido estos elementos naturales que nos rodean, desde su inauguración en el año 2003, la línea educativa del Museo viene apostando por la puesta en marcha de programas de restauración, preservación, puesta en valor y divulgación de este rico entorno con fines educativo-científicos, a través de una amplia y variada oferta didáctica. Con ello, además queremos contribuir a dar respuesta a la creciente sensibilidad de nuestra sociedad respecto a la conservación del Patrimonio Natural.

Beatriz Gutiérrez Alberca,
coordinadora del Departamento de Educación